Difícil adivinar lo que pasa por la mente de un asesino. Tendríamos que adentrarnos en su interior para poder comprenderlo...si que es que ésto es posible.

Los Asesinatos Del Cuatro Vientos

Posted by Unknown On lunes, 22 de marzo de 2010 7 comentarios

(Maqueta del Brequet-XIX-superbidón Cuatro Vientos y Collar y Barberán subiendo al avión en Madrid)

El día 10 de Junio de 1933, a las 4:35 a.m., despegó del aeropuerto de Tablada, en Sevilla, el prometedor y formidable (según la prensa) avión Cuatro Vientos, tripulado por dos pilotos extraordinarios: Mariano Barberán y Joaquín Collar Serra, con la pretensión de atravesar el Atlántico Central (Sevilla-Camaguey-La Habana-Ciudad de México).

(Capitán. D. Mariano Barberán Trós de Ilarduya)

Mariano Barberán Nació en Guadalajara, en 1895. Ingresó en la academia militar de Ingenieros en 1910 y en 1916 construía carreteras en Marruecos. En 1919 se hizo observador de aeroplanos y en 1923 logró el título de piloto.
Estudió topografía y hacía experimentos con aparatos eléctricos así como estudios de navegación aérea con ondas radioeléctricas. Se arriesgaba la vida volando y soñaba con hacer un vuelo trasatlántico hacia América.


 (Teniente. D. Joaquín Collar Sierra)

Joaquín Collar Serra nació en Figueras, en 1907, era profesor de la Escuela de Caza de Alcalá, y había alcanzado gran notoriedad en la sublevación republicana del Aeródromo de Cuatro Vientos. Había estado destinado en el Sahara en 1930, y era un extraordinario cazador y tirador.

Después de cuarenta horas de vuelo, y de haber recorrido unos 8.000 kilómetros, aterrizaron en Camagüey, habiendo vencido los 6.300 kilómetros del Atlántico Central, la ruta más difícil que tardaría tiempo en ser superada nuevamente. Un día después La Habana les tributó un rendimiento grandioso.

El 20 de Junio despegaron hacia México DF. Llovía pero la climatología no era desfavorable para la navegación. El plan de Barberán era atravesar los 120 kilómetros del estrecho de Yucatán y hacer la mayor parte del recorrido siguiendo el trazado del ferrocarril hasta México DF, según declaraciones que hizo en La Habana al mecánico Modesto Madariaga, mientras le revisaba el avión y reparaba el depósito grande, que sufría alguna pérdida.
(Ambos pilotos con sus monos de trabajo en el aeropuerto de Tablada horas antes de emprender el viaje)

Por lo que hoy se sabe, el problema que se les presentó fue que nadie les había hablado de que existían dos vías de ferrocarril y siguieron la equivocada. Pasaron por Dzitás a las 8:50, por Ticul a las 9:10, por Chapotón a las 9:55, por Carmen a la 10:45, por Villahermosa a las 11:35. Allí se cruzaron con el avión de la Pan Am, cuyos tripulantes le vieron volar a gran velocidad hacia el sur.
Barberán abandonó la vía férrea para evitarse las mil revueltas que necesitaba el ferrocarril para salvar aquella orografía tan escabrosa y penetró en el valle de la Cuacamaya, cuya humedad produce profundas nieblas. El aparato debió rozar las copas de los árboles y tuvo que efectuar un aterrizaje forzado. Diversos testigos le vieron descender “como si quisiera aterrizar entre la lluvia”.
El depósito del avión era la pieza más delicada, pues al formar parte del fuselaje debía absorber los esfuerzos correspondientes en los momentos más críticos: los despegues y los aterrizajes. Por tanto, si el avión tuvo una pérdida de combustible, o si chocó con las copas de los árboles y tuvo que hacer un aterrizaje forzoso, la mesa de navegación debió de resultar fatal para Barberán, que debió de resultar con una pierna rota.
Collar, desorientado y en medio de una naturaleza hostil y con su compañero herido, debió sentirse aliviado cuando se acercaron varios indios.

Lo que viene después son conjeturas. Quizás les ofreció dinero para que les ayudaran, quizás los nativos se los llevaron a su cabaña y allí resolvieron matarles o los asesinaron allí mismo para robarles. Luego arrojarían los cadáveres y restos del avión a una sima, y para disimular el asesinato tuvieron la astucia de lanzar al río Tonto, de fuerte corriente, una cámara salvavidas que apareció dieciocho días más tarde en la costa.

Según parece, lo primero que codiciarían los indios serían las botas de los aviadores, pues en aquella zona selvática de México morían dos millares de personas al año a causa de mordedura de serpiente, por lo tanto, unas botas podían valer una vida.
Pero los pilotos tenían otras pertenencias: uno de los asesinos, Bonifacio Carrera, fue visto con un reloj de pulsera y en un carnaval lució una cazadora y casco de cuero. Según otros testimonios posteriores, Carrera cambiaba en Córdoba, cabecera de la comarca, cantidades de dólares e incluso su madre pagó algún servicio en esa moneda. Por esas razones, otros ladrones torturaron a su esposa para que confesara dónde escondía el dinero.
(Collar y Barberán recibiendo un homenaje en La Habana el 18 de junio de 1933)

Tiempo después, Julio Díaz, hacendado de origen español, recibió la visita de Crescencia Reyes, que, por razones desconocidas, le reveló el crimen. Julio Díaz envió la información a la revista Hoy, entonces la más prestigiosa de México. Dicha revista envió un equipo de periodistas y a otros del diario Excelsior a la zona, junto con un hombre de la zona para que actuara de traductor del mixteca. Obtuvieron las declaraciones de varios indios, quienes confirmaron que Barberán y Collar fueron asesinados. El móvil había sido la codicia, pues ignoraban que la recompensa por hallarlos era mayor que el botín que pudieron robarles.
Cuando los periodistas se dirigían hacia el lugar donde los dos pilotos habían sido asesinados, Julio Avendaño, cacique de la zona y antiguo oficial de la revolución mexicana se lo impidió retirándoles las escoltas para que se expusieran a los peligros de la selva y para evitar el interrogatorio. Aún así pudieron interrogarlos y hacer un detallado atestado sobre el suceso:

El señor Antonio Avendaño Alva, vecino de los lugares dónde aconteció el suceso, declaró que entre las 13 0 14 horas del día 20 de Julio de 1933, estando comiendo en su casa, oyó el ruido del motor de un avión y salió al patio a verlo con su familia, dándose cuenta de que venía como de Tabasco con rumbo hacia Córdoba o Veracruz.
Intentaron dirigirse hacia el lugar en que los pilotos habían sido enterrados, pero dado que el territorio era peligroso y habitual de asesinos y ladrones, decidieron regresar y denunciar los hechos a la policía, que se desplazó al lugar de los hechos. Encontraron las aldeas desiertas, pues los habitantes se habían refugiado en el rancho del cacique Avendaño para evitar el interrogatorio policial y la confesión del crimen. Aún así dos inspectores lograron interrogarlos y hacer un detallado atestado de lo ocurrido que enviaron al procurador de la República el 24 de Octubre de 1941:
En el atestado figuran testimonios concluyentes sobre el crimen del que se extraen los siguientes:
El 20 de Junio de 1933 desaparece el avión Cuatro Vientos cuando efectuaba un viaje de buena voluntad de España a México.
Los hechos en los que se practican las diligencias se encuentra sobre la ruta que seguía dicho avión en su trayecto hacia México DF, y sobre estos lugares fue buscado el aeroplano empeñosamente, a raíz de los hechos, además de que los restos del aparato aún yacen en estos contornos, según se dice por los testigos que a continuación se expresan.

El señor Antonio Avendaño Alva, vecino de los mismos lugares donde aconteció la tragedia, declaró que entre las 13 o 14 horas del día 20 de Julio de 1933, estando comiendo en su casa, oyó el ruido del motor de un avión y salió al patio a verlo con su familia, dándose cuenta de que venía como de Tabasco con rumbo a Córdoba o Veracruz.
(Avión breguet xix Cuatro Vientos)

El testigo Sixto Carrera Aquino oyó decir a Luis Rico, que estando un domingo platicando la madre de Bonifacio Carrera con el mencionado Rico y la esposa de éste, se acercaron los mozos que trabajaban a su cargo a pedir la liquidación del sueldo devengado; la señora para pagarles, sacó un fajo de billetes y extrañado Luis Rico recibió un ofrecimiento de la misma señora, de ayudarlo a hacer su rancho, porque afirmó la mujer, que se había encontrado muchos billetes en una petaquilla de los aviadores que tripulaban el avión que había caído ahí cerca; que la misma madre de Bonifacio Carrera afirmó que un día había pasado un avión muy bajo, casi rozando los árboles, y que tras algunas vueltas había caído, por lo que Bonifacio Carrera llevó a su casa a los aviadores y les dio muerte, indicando la misma señora que las víctimas traían dos pistolas, dos relojes, dos anillos y dos petacas, una de las cuales estaba llenas de billetes de banco.
(Pistola de Barberán localizada en 2001)

El testigo Maximiano Acosta Olivares dijo: que sobre la pérdida del avión Cuatro Vientos en el punto de La Guacamaya, cercano a Matzotzongo, le consta por haber vivido en un punto denominado Teconapa, que un individuo de nombre Agustín Reyes que trabajaba en la Guacamaya, le dijo que el aparato había caído cerca del último lugar, y que allí fueron Bonifacio Carrera, Paula Carrera, Luis Rico, la mujer de éste, Reynaldo Palancares y los dos hijos del primero, Raúl y Eduardo, mataron a los aviadores, los cuales traían muchos billetes de banco y monedas de oro, habiéndolos despojados de dos anillos, dos relojes de pulsera, una petaquilla de viaje y dos pistolas y otros objetos de valor, destruyendo después el avión; y que como Agustín Reyes se disgustó por no haber recibido una porción equitativa del dinero, narró lo acontecido.

El testigo Juan García dijo: que habiendo ido hace tras años a trabajar en los terrenos de la Guacamaya, platicó con Luis Rico que le dijo que su suegra le contó que había caído el avión muy cerca de su rancho y que ella le había dado dinero a Rico. Declaró el testigo que a un señor apellidado Cervantes Ayala, de Matzotzongo, le platicó rico que el avión se había caído en terrenos de la Guacamaya y que su suegra le había dado dinero para que trabajara.

Desafortunadamente, en el otoño de 1941 los hechos habían prescrito y el momento político no era el propicio para difundir los acontecimientos, por lo que las autoridades optaron por echar tierra sobre el asunto.

En 1982, el general Gregorio Guerrero volvió a interesarse por el caso y organizó una expedición militar mexicana interrogando de nuevo a los supervivientes de los hechos y a todos los testigos, con la única excepción de Bonifacio Carrera. El alcalde de Matzotzongo incluyó una certificación en el mismo sentido. Informaciones recientes aseguran que Carrera también confesó el crimen que cometiera medio siglo antes.

En 1995, el alcalde de la Guacamaya daba fe de la investigación de un grupo privado en una cueva situada en un acantilado: “se encontró mucho material de tipo mecánico no existente en el lugar, y abajo del fierro oxidado, hueso aparentemente humano, dado la profundidad que se encontraban aproximadamente de dos o tres metros.
Una de las piezas localizadas concuerda con una foto de dicho avión. El fierro se encuentra aparentemente quemado y derretido, pero logra apreciarse que fueron parte de una estructura”.

Sin embargo, en 2003, una expedición española gastó mucho dinero y recursos de la Marina Mexicana sin encontrar nada.

Por tanto, aunque se conoce el infortunio del Cuatro Vientos, pervive el misterio de sus restos.


Fuente de Datos:
*Texto Juan Manuel Riesgo – La Aventura de la Historia

7 comentarios:

Anónimo dijo...

antonino avendaño el cacique en la sierra de la guacamaya obtuvo la proteccion de su compadre maximino avila camacho y a eparino dueño del hotel imperial que estaba en la estacion de ferrocaril en cordoba le vendieron monedas y condecaraciones de los pilotos

Unknown dijo...

Anónimo, gradias por esta información. Dafé de que lo que se publica en la historia es cierto.

Saludos.

Anónimo dijo...

Soy familiar de Joaquín Collar y poseo su diario de abordo, así como su carnet de piloto y fotos del avión plasmados en Cristal.
Revisaré su documentación por si dice algo nuevo de este tema.

Unknown dijo...

Interesantíaimo caso. Me ha gustado su blog, sigo leyéndola.

Anónimo dijo...

Hoy en día sigue siendo peligroso llegar a la guacamaya, estoy convencido de que los restos estan ahí... recien estuve en matzatzongo ... me encantan esas tierras, por cierto estas comunidades forman parte de la sierra negra de puebla, no de la alta mazateca, saludos !!

Anónimo dijo...

SI ESTA EL AVION EN LA HUACAMAYA, SE ENCUENTRA ARRIBA DEL PANTEON, ESTA EN LA ESPESURA DE LA SELVA, BUSQUENLO YA EXISTE UN CAMINO PARA LLEGAR HASTA EL CENTRO DE LA POBLACION.

ABDIAS CALLES SANTOS dijo...

Soy periodista y el tema me apasiona desde niño, vivo en bahías de Huatulco Oaxaca, 65 años periodista serio, CRONISTA DEL LUGAR"... tengo datos interesantes de donde estan enterrados los restos del 4 vientos, por una persona que supo de ello, lo demás si coincide totALMente. Pero los restos finalamente fueron enterrados y tengo el plano que me dieron y el sitio donde estan.
Estoy buscando recursos y patrocinadores, televisoras nat geo discovery y hasta correspondencia con España y cerrar este capitulo de la historia MEXICO ESPAÑA a 81 años del suceco... SALUDOS
C.P. ABDIAS CALLES SANTOS
DIRETOR Y EDITOR SEMANARIO HUATULCOSTAS
BAAHIAS DE HUATULCO OAXACA MEXICO
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