Difícil adivinar lo que pasa por la mente de un asesino. Tendríamos que adentrarnos en su interior para poder comprenderlo...si que es que ésto es posible.

Los Asesinatos De "La Grande Terre" (II)

Posted by Unknown On viernes, 9 de diciembre de 2011 1 comentarios


La Investigación
La prensa francesa e inglesa, airean ampliamente el “affaire” Dominici. Los periódicos exponen las hipótesis más inverosímiles, ya que parece quedar excluido el móvil más común: el del robo. En efecto los gendarmes han encontrado en las ropas e sir Jack un billete de 5.000 francos; además, los amigos de los Drummond, los Marrian, tras examinar los objetos hallados en el Hillmann, afirman que nada ha sido robado. Por medio de un testimonio, la policía puede reconstruir las fases de las trágicas vacaciones de los Drummond. Sir Jack había aceptado la invitación de su antiguo compañero de universidad, elp profesor Gruy Marrian, y se habían reunido con él en la casa alquilada para veranear en Villefranche-sur-Mer. Desde aquí, los Drummond, para cumplir los deseos de Elizabeth, habían hecho una escapada a Digne, donde se celebraba una corrida. Tras el espectáculo la familia había emprendido el camino a Villefranche. Por el camino y calculando que no les daba tiempo a llegar a casa de sus amigos antes de que se hiciera de noche, tomaron la decisión de pasar la noche en las tierras de los Dominici. Excluida la hipótesis del robo, se formulan las teorías más increíbles: la labor de la policía queda dificultada aún más por testigos indignos de crédito, mitómanos e incluso magos y adivinos. Vuelven a salir a relucir historias y leyendas: se recuerdan otras desgracias ocurridas en la zona y se descubre que están unidas por una extraña analogía: las víctimas siempre son tres. Los delitos en cuestión se produjeron en 1841 en la granja “Granges”, y en 1871, también en la misma casa, que se había convertido mientras tanto en granja de Eve, aproximadamente medio kilómetro de la casa de los Domicini.

Indicacion de los lugares donde se encontraron los cuerpos

Pero el inspector Sebeille no se deja confundir por falsas pistas: su olfato le sugiere que la solución del caso se encuentra entre las pareces de la “Grande Terre”. Su obstinación da lugar a la hostilidad de algunos periódicos que le acusan de perseguir a los Dominici por ser comunistas simpatizantes. También la prensa inglesa lanza envenenados sarcasmos contra la actividad de la policía francesa, invitándola a que realice las investigaciones sin confiar en péndulos y bolas de cristal.
Pero será precisamente un “mago” quien entregue a los investigadores un proyectil recogido en el parapeto del puente ferroviario: este proyectil permite establecer que el asesino disparó fallando el tiro, contra Elizabeth, mientras la niña trataba de salvarse huyendo. Posteriormente la pobre criatura fue alcanzada y asesinada con la culata del arma descargada.

Una inspección en la "Grande Terre"

La policía recibe a diario cartas anónimas con las más variadas suposiciones. El “affaire” apasiona a la opinión pública y surgen numerosos investigadores aficionados. “Le Figaro”, sugiere buscar al homicida en las filas de un movimiento de liberación clandestino. Otros afinan más el tiro formulando la hipótesis de que los Drummond hayan podido tropezar con una banda de malhechores a la caza de suministros de dinero y armas, lanzados con paracaídas por los aliados, durante la segunda guerra mundial, y destinados a los partisanos y que éstos habría sepultado aquí y allá por toda la zona. Incluso hay quienes afirman que sir Jack era un agente secreto; en cambio otros creían que la espía era su mujer.

Lady Ann Drummond

El inspector Sebeille no descuida ninguna pista, pero a pesar de ello sigue investigando los datos que indican a la familia Dominici. Para reafirmarle en sus suposiciones, se obtienen por fin algunos testimonios importantes. Un habitante de Lurs, Abel Bastide, afirma que en 1944 vio a Gaston Dominici regatear por el precio de una carabina con un soldado americano de paso. El viejo lo niega. Posteriormente, del interrogatorio de Marie Olivier, el motorista detenido por Gustave tras el descubrimiento del delito, surge un detalle muy importante: Olivier afirma que vio salir a Gustave de detrás del Hillmann, que no lo encontró en el borde del sendero, tal y como había afirmado el campesino; por consiguiente, tenía que haber visto también, por fuerza, el cadáver de la señora Drummond y no solo el de Elizabeth ¿Por qué no lo dijo?
Por último, un amigo de los Dominici, Paul Maillet, revela a la policía que Gustave le ha contado que la niña estaba viva cuando la encontró en el terraplén. Enfrentados a este testimonio, Gustave confiesa y es condenado a dos meses de reclusión por no prestar ayuda.

Los féretros de la familia Drummond

Un cambio en las investigaciones
Sebeille entra el nuevo año más preparado. Nuevos testimonios le inducen a esperar una rápida conclusión de la investigación: interrogando a los hombres que retiraron el cadáver de Elizabeth, descubre que fue uno de ellos y no Gaston quien encontró el trozo de madera junto a la cabeza de la víctima.
El periodista Jacques Chapus le relata una conversación mantenida con el anciano patriarca: “Indicando la morera me dijo: “Allí es donde gritó la pequeña”, Luego, corrigiéndose: “Al menos ahí debería haber sido.
Sebeille trata de presionar al personaje que domina “Grande Terre”: Gaston Dominici. Gustave está totalmente sometido; la “sardina” acepta a diario sus bruscos modales sin alterarse; la nuera, Ivette, está también sometida a su incuestionable autoridad; todos los hijos obedecen sin discusión, excepto uno que un día se atrevió a revelarse: Clovis.
Hospitalario, el viejo ofrece de buena gana el vino que consume con exceso, conversando con sus invitados con ruda y aguda ironía. Colérico, repentinamente cambia la sonrisa amigable por gestos de gran violencia. El sexo y el orgullo por la tierra que posee son motivos habituales en su conversación.
Al investigar a Roger Perrin, nieto de Gaston, de diecisiete años, el inspector añade una pieza más a su mosaico de indicios: se entera que lady Ann y Elizabeth habían visitado la granja, al poco tiempo de su llegada, con objeto de pedir agua. En cambio, los Dominici han negado en todo momento que hubieran hablado con los Drummond, ¿Por qué?


Detención de Gastón Dominice

Fundamental importancia reviste la declaración de Jean Richard, un testigo que se detuvo en el lugar del delito antes de la llegada de los gendarmes: afirma que el cuerpo de lady Ann no se encontraba en el suelo perpendicular al vehículo, como luego fue encontrado por los agentes, sino en posición paralela respecto al de Hillmann, además estaba tendido sobre el dorso y no sobre el vientre, como puede verse en las fotografías obtenidas por la policía. Sebeille convoca inmediatamente a Clovis y al ferroviario, que fue con él al lugar del delito antes de la llegada de gendarmes. Ambos confirman la declaración de Richard. Por consiguiente, el cadáver ha sido movido. ¿Por quién?

Gustave tiene que declarar nuevamente. Una vez más admite haber oído gritos durante la noche, haberse encontrado junto a Hilmman cuando vio a Olivier, y, finalmente, recuerda la visita que lady Ann y su hija hicieron a la granja. Y no sólo esto. Confiesa también que ha sido él quien movió el cadáver.”¿Por qué?”, le pregunta el comisario. “Para buscar los cartuchos: quería saber si procedían de nuestra casa”.
Ya el joven no aguanta más y lo cuenta todo, casi con alivio.”Ha sido mi padre quien ha cometido el delito. Me lo dijo a las cuatro, cuando volvió. Los mató con la carabina que tenía en el cobertizo”.
“¿Por qué lo hizo”
Me contó que hacia la una salió a cazar. Había tenido un altercado con los ingleses y les había disparado, matando a toda la familia. Luego se había deshecho del arma. Yo estaba aterrorizado pero con el viejo no se discute. Me ordenó que no dijera nada a nadie, pero yo se lo conté a Clovis, al que luego también se lo contó padre”.

Clovis no desmiente a su hermano. El comisario, dice, le había enseñado el arma del delito y él se fue a la casa paterna presa de gran agitación: quería verificar si la carabina de su padre seguía estando en su lugar. Una vez verificada su desaparición, preguntó a Gustave, que le confió la terrible historia. En un primer momento se negó a aceptarla, pero luego se lo confirmó el propio Gaston.

La Confesión de Gaston Dominici
“Si Gustave me acusa es porque le habéis pegado”. Ésta es la primera reacción de Gaston Dominici ante la presión del inspector Sebeille. El círculo se va cerrando a su alrededor, pero el viejo sigue negando.
Es la tarde del 13 de noviembre de 1053. Hacia las 22 horas se le da a Gaston una escudilla de sopa. ¿Se suspende el interrogatorio durante las horas de la noche? La policía dice que sí, pero el viejo Dominici lo niega obstinadamente; de todas formas, los periodistas instalados en la calle lateral del palacio de Justicia le Digne, observan que las luces de la biblioteca, donde tiene lugar el interrogatorio, permanecen encendidas toda la noche.


Cordón policial durante la celebración del Juicio

A primeras horas de la tarde del día siguiente, Gustave y Clovis son enfrentados en un careo con el padre, y confirman sus acusaciones. A las 18 horas, Gaston Domicini es confiado a un joven policía, Víctor Guérino, que, fiel a la orden de no dirigirle preguntas directas sobre los hechos, le entretiene conversando en una lengua en la que el campesino se siente a gusto: el provenzal. Hablan de caza y agricultura. De pronto, el viejo rompe a llorar y murmura turbado: 2Ha sido un accidente… ellos me atacaron y los maté a los tres… me tomaron por un ladrón”.

Se trata de la tan esperada confesión. Pasado el primer momento de sorpresa, Víctor Guérino corre a llamar al comisario Prudhomme, pero ante él Gaston calla.
“Hable – le alienta Prudhomme - ¿se avergüenza quizá porque el sexo tiene que ver algo en esto?”
“Exactamente – admite Domicini como aliviado por esta idea – es un pecado de amor”.
Luego le relata que, al detenerse junto a una morera, había visto desnudarse a la mujer y se había acercado a tocarla. En aquel momento apareció el marido y le amenazó. Entonces perdió la cabeza y empezó a disparar. Posteriormente se retractará de todo. En efecto, ante el juez Peirés dirá que el culpable es Gustave y que él se ha acusado para salvarle. El magistrado le deja solo en la habitación para que reflexione. Cuando regresa, Gaston vuelve a confesarse autor del delito, reafirmando el móvil sexual.

El Juicio


Gastón Dominice durante el Juicio

Gastón Dominici es acusado formalmente e ingresa en prisión. Conducido a la granja para reconstruir el delito, se lanza a una carrera desesperada y trata de suicidarse en el río, saltando el parapeto del puente, pero falla y la policía le detiene: luego indica sin vacilaciones el lugar en que guardaba la carabina: el mismo indicado por sus hijos Clovis y Gustave.

A pesar de que durante la celebración del juicio vuelve a proclamarse inocente y grita “he sido para ocupar el lugar de algún otro”, el tribunal le condena a muerte, pero la sentencia queda en suspenso porque los abogados de la defensa anuncian nuevas revelaciones, haciendo que el ministerio del Interior vuelva a abrir la investigación. Los presuntos nuevos hechos anunciados por el acusado se reducen en realidad s muy poca cosa: Gastón afirma que ha oído una conversación entre Gustave e Yvette, de la que se deducía que una tercera persona, probablemente Roger Perrin había transportado el cadáver de la pequeña Elizabeth hasta el lugar en que fue encontrado. Pero Gustave niega haber mantenido tal conversación con su esposa y Gaston no puede probar sus afirmaciones. Sin embargo, a la conclusión de la nueva investigación, los abogados defensores del viejo Dominici logran del presidente de la República que conmute la pena capital por la de la reclusión perpetua.

La familia dominice durante el Juicio

En 1960, Gaston es puesto en libertad. Tiene ochenta y tres años y ha pasado seis en la cárcel. Hijos y nietos se reúnen para celebrarlo. Faltan Germaine con su marido y su hijo Roger, y Clovis, que ha muerto el año antes de cáncer.


Gaston Dominici sale de la cárcel

Aparentemente nada ha cambiado en “Grande Terre”, pero al día siguiente el anciano abandona la granja y se instala en el asilo de Digne; allí se reúne con su mujer, siendo alojada en la sección femenina, “Grande Terre” no tiene ya sentido ni para Gastón.
Gustave la vende y se va a trabajar de albañil a Peyruis. Las posesiones del patriarca se deshacen.

Perduran dos interrogantes: ¿Qué pasó realmente aquella trágica noche? ¿Y por qué?

Fuente de Datos:
*”Los fantasmas de la “Grande Terre” – Los Grandes Enigmas de la Historia – Editorial Planeta